
El pescador y la sirena, 1858. De Lord Frederick Leighton
primer Barón Leighton (3 de diciembre de 1830 – 25 de enero de 1896)
La sirena se oculta tras la encrespada ola, obra de un mar inusualmente revuelto para esta época del año. Huye de la mirada triste del joven pescador que, en la madrugada, permanece en la orilla a la espera del barco que partió sin él. No puede descubrirla entre el oleaje, pues se encuentra desolado. Teme la reacción del patrón y los compañeros a su regreso después de un arduo día de faena. Como única excusa para justificar su falta: un amor furtivo y aquella luna del color de la muerte. Advertencia salida de la boca de un viejo pescador al que todos tienen por loco y borracho, pero que él respeta.
—Abuelo, —le dice— ¿es cierto que, en una ocasión después de salir una luna como ésta, hubo un barco que nunca más regresó?
El viejo clava sus enrojecidos ojos en el joven marinero, y sin reconocerlo apenas, le cuenta entre sollozos que, aquel día, perdió a su padre, hermanos y amigos… y no pudo soportarlo. Él no había muerto. Llegó tarde a la partida por culpa de una bella mujer, que le abandonó en el mismo instante en el que partió aquel barco, al que vio alejarse iluminado por una luna demasiado turbia y apagada. Como si el velo de la Parca nublara su luz y empañara su color. Sigue leyendo «La sirena y el pescador»